Tiempo de
Formar el Ejercito Venezolano en el Exilio
Por Carlos L.
Arce
--- “El poder concede nada sin una
demanda. Nunca lo hizo y nunca lo hará.”
Frederick
Douglas, 1857
Si el objetivo es un cambio de régimen y el retorno a una forma de democracia capitalista, probablemente no se logrará solo a través de demostraciones públicas masivas. El régimen comunista de Nicolás Maduro opera en dos realidades, una, tiene la lealtad de un ejército mercenario respaldado por China y Rusia, que puede y ha suprimido todo tipo de levantamiento público. Dos, el reino de terror predicado por el derrocamiento del “Líder Hermano” Muammar Gaddafi en Libia en el 2011 y su subsecuente matanza a golpes por una turba revoltosa, hace una abdicación negociada inconcebible para tiranos de hoy en día. Una abdicación voluntaria del régimen requeriría una sólida garantía de un destierro seguro y opulento para los lideres y su cadre militar de alto rango; esto parece ser cada vez más improbable.
¿Entonces, hacia dónde vamos? La respuesta, como siempre, es acción
militar; el poder y las armas han demostrado ser históricamente inseparables. Las preguntas esenciales son quién y cómo. La solución tradicional de una invasión militar
americana que no parece estar disponible durante la tenencia administrativa actual
del gobierno de Estados Unidos, el cual correctamente evalúa este tipo de
acción como otra guerra extranjera interminable con probables resultados
contraproducentes. Por ende, el quien es
la comunidad venezolana en el exilio. La
población esclavizada en su patria necesita un ejército de liberación; ¿dónde
está la juventud venezolana? Venezolanos
educados y ricos, que hoy disfrutan del sueño americano en Florida, tienen que
dirigir y respaldar un ejercito en el exilio y prepararse para la guerra.
¿Cómo se puede hacer esto? Con el soporte logístico militar de Estados
Unidos indudablemente, pero evitando los errores de cálculo de la fracasada invasión
del ejército exiliado cubano a Cuba en la Bahía de Cochinos en el 1962. Con solo ganar una cabeza de playa y luego
confiar en un resultante levantamiento popular no se logró entonces y no se
lograría hoy. En la época de
ametralladoras eléctricas un asalto a la ‘Bastilla’ sería autoengaño. Los exiliados cubanos deberían haber invadido
la pequeña Isla de Pinos en la costa de Cuba y haber establecido en ella la
Cuba Libre. Estados Unidos y sus aliados
hubieran reconocido el nuevo y legítimo gobierno de Cuba y la isla se hubiera
convertido en un próspero e impregnable bastión; desde allí se hubiera forzado
el colapso eventual del régimen Castrista.
¿Cómo lo pueden lograr los
venezolanos? Pidiendo a los Estados
Unidos que adiestre y equipe su ejército exiliado, quizás en la base militar americana
en Guantánamo, Cuba. No debe ser un
secreto, porque sería imposible mantenerlo así.
Planificar y ejecutar una factible invasión de una porción del
territorio venezolano para establecer un nuevo gobierno dentro del país y un
verdadero frente de batalla. Existen dos
opciones prácticas, una es la invasión de una de las islas territoriales en el
Mar Caribe, ejemplo, Isla La Tortuga. Dos, sería usar el territorio de la nación
de Guyana al este de Venezuela, para invadir el territorio Essequibo, cuya soberanía
se disputan ambas naciones. Sería
necesario prometer una resolución de la disputa favorable a Guyana en el
futuro, como además una garantía de protección americana contra una invasión de
Guyana por fuerzas militares de Maduro.
Se proveería inmediatamente tierra para el establecimiento del gobierno libre
de Venezuela y marcaría el comienzo de la guerra de liberación, con soldados
venezolanos y armas americanas.
Desde ese punto la ruta a la victoria
sería a través de las mentes y los corazones de la población venezolana, lo que
requerirá no solo una oferta de reemplazar el régimen comunista con una vaga promesa
de “algo mejor.” Debería delinear los
pasos a seguir para asegurar la futura protección del orden constitucional y
derechos humanos básicos, un firme compromiso de límite de términos presidenciales
y la configuración de un sistema económico en base a capitalismo limitado en un
marco de bienestar público que recuerda a los pobres.
Que gran oportunidad Venezuela presenta
para la creación de un modelo de gobierno para la América Latina; podría ser el
génesis de una confederación de naciones latinoamericanas. El espíritu de Simón saborea este momento.
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